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Plan de Normalización es la materialización del fracaso

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El sábado 30 de mayo de 2020, Tareck El Aissami, vicepresidente sectorial para la Economía y Ministro del Poder Popular para el Petróleo, anunció un Plan de Normalización y Regularización del Servicio de Combustible para toda Venezuela y lo catalogó como “una historia maravillosa y una muestra heroica de la resistencia de un pueblo”.
Lo cierto es que esta medida aislada es la materialización del fracaso, producto de un proceso involutivo que viene experimentando la industria petrolera nacional. Para el año 1998, PDVSA tenía una capacidad de refinación de 3,3 millones de barriles diarios, de los cuales más del 30% se procesaban en las 6 refinerías que se encuentran en el territorio nacional. Nuestra industria estaba en capacidad, no solo de cubrir el consumo interno de combustibles, sino que además podía exportar parte de lo que se producía.
Esta “Nueva Normalización”, hace que Venezuela dependa de la importación de combustibles. Actualmente solo se procesan menos de 40 mil barriles diarios en la refinería El Palito, cuya operatividad depende, a su vez, de la importación de insumos para poder obtener un producto de octanaje comercial. En esta nueva etapa, el país que se presenta como el territorio con las mayores reservas de petróleo del mundo, depende energéticamente de Irán, un socio comercial que se encuentra a más de 12.000 kilómetros de distancia y que además enfrenta sanciones al igual que Venezuela.
Durante el desarrollo de esta “historia maravillosa”, en los últimos 3 meses los venezolanos pasamos de tener una gasolina casi gratuita, a tener que pagar en el mercado negro hasta 3$ por un litro de gasolina, para luego sentir el alivio y la alegría de poder surtir combustible a 0,5$ el litro después de realizar horas de cola en las estaciones de servicio. Simultáneamente se ofrece un combustible subsidiado como herramienta de control social, cuyo diferencial de precio posee los incentivos para la formación de mercados paralelos y las condiciones para la corrupción en los procesos de suministro.
En el transcurrir de esta “gesta histórica”, que suma más de 20 años, la producción petrolera venezolana ha disminuido a niveles que no se veían desde los años 40 y se ubica cerca de los 550 mil barriles por día, para el mes de mayo; mientras que la producción de barriles por habitante al año, nos llevaría a niveles que no experimentábamos desde los años 20. Actualmente, solo un taladro se encuentra operando en Venezuela, nunca antes se había registrado una cifra tan baja, lo que indica claramente que la producción seguirá cayendo en el corto plazo.
Lo que se intenta transmitir como una victoria épica, no es más que un proceso de retroceso y fracaso evidente, acompañado de un manejo comunicacional orientado a reducir las expectativas de la población venezolana. El proceso revolucionario ha erosionado los principios mismos que motivaron la gesta libertadora de nuestros próceres, inspirada en las ideas modernas de separación e independencia de poderes, la igualdad de los ciudadanos ante la ley, el llamado contrato social y la libertad de expresión. Venezuela ha pasado a ser manejada por un modelo autocrático, en el que los administradores actúan como los dueños de los recursos, deciden su destino y comunican estas decisiones como dádivas a una población que ve como desaparecen sus derechos como ciudadanos.
Utilizando las palabras de Pierre Victurnien Vergniaud, al referirse a los guillotinados durante la Revolución Francesa : “La revolución es como Saturno, devora a sus propios hijos”. El proceso revolucionario ha llevado a Venezuela a atravesar una de las peores crisis en su historia y la peor de la era petrolera, en la que el salario mínimo no cubre siquiera el pago de los 120 litros de gasolina subsidiada (0.025$ por litro) y mucho menos el resto de las necesidades básicas. El que otrora fuese uno de los países más ricos de Latinoamérica y una de las economías más estables del mundo, hoy según la ONU, corre el riesgo de sufrir hambruna.
Lo que experimenta Venezuela no pareciera coincidir con un verdadero proceso de normalización planificado, sino con un conjunto de medidas reactivas y aisladas que empeorarán las condiciones de vida actuales de la mayoría de los venezolanos. @rudi_cressa

Rudi Cressa


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